enero 18, 2006

Guapo, armado y apoyado

Ramiro X, alcalde del municipio Tovar –capital Colonia Tovar– tiene encima una investigación bastante delicada, y un auto de detención más delicado aún. "Aprovechamiento de cosas provenientes del delito" no parece sonar muy fuerte en un país que ya se está acostumbrando a que sucedan crímenes más monstruosos, pero el problema con el amigo Ramiro X es que la PTJ de Maracay encontró en las bóvedas de la alcaldía de Tovar, esto es, en su oficina, un puñado de joyas. Tras una simple verificación las autoridades determinaron que esas prendas habían sido extraídas a la fuerza de la joyería Damasco, en La Victoria, por una banda armada.
Al ser capturado e interrogado sobre el origen de aquellas joyas, el alcalde titubeó; luego dio una explicación que no convenció al comisario Juan Villamizar, de la PTJ-Maracay, y entonces sí estalló el escándalo en serio. Junto con Ramiro X fueron a parar a la cárcel el comandante de la policía municipal, Henry Perozo; Asdrúibal Martínez, José Carucí y Moisés Morón, todos funcionarios de la alcaldía.
Es una historia extraña, torcida, de esas que mucha gente no puede creer. Pero más torcida y extraña, además de intensa, es la historia paralela, la que permitió que la anterior ganara espacios en la prensa. La que mantuvo en vilo a los cuerpos policiales de Aragua, Miranda y el Distrito Federal; la historia brava dentro de la historia.

Alcaraván, compañero

Se llamaba Rubén Darío Medina Luna, tenía 34 años y vivía con su esposa y una hija en una urbanización de Valencia. Al margen de esa vida hogareña y familiar se desarrollaba su otra faceta, la perversa, la que lo llenó de dinero, comodidades, bienes y también un feo prestigio: el hombre era un consumado asaltante y llevaba encima un récord criminal bastante macabro, contentivo de ocho homicidios probados y algunos más que se le han atribuido pero nunca se le comprobaron.
La noticia más antigua que se tiene sobre su tétrica trayectoria data del 13 de febrero de 1992. En esa oportunidad emboscó y neutralizó con su camioneta al vehículo de los hermanos Nicola y Giovanni Del Vecchio en la carretera Panamericana, antes de asesinarlos a balazos y llevarse su carro y sus bienes. Tres meses después del crimen, y tras minuciuosas labores de rastreo e identificación, la PTJ de Aragua lo identificó, dio con su paradero y lo capturó. Pero Rubén Medina no era de los que disfrutan ni se echan a dormir cuando les toca estar en una cárcel. Su inconformidad con la pérdida de su libertad la expresó de manera dramática un día de mayo de 1996, cuando logró escaparse del retén de La Planta junto con un grupo de reclusos en medio de una balacera que paralizó la autopista Francisco Fajardo.
Como suele ocurrir en estos casos, tuvo que ocurrir esa fuga y ese vaporón ante los ojos del público para que comenzaran a salir a la luz otros interesantes datos sobre el sujeto evadido. El hombre pertenecía a una banda bautizada en el ambiente policial como "Los Alcaravanes", terror de la zona central del país. Muchos golpes se le habían atribuido, entre negocios asaltados y ciudadanos despojados de sus carros. En 1996, tras su fuga, lejos de estarse tranquilo y adoptar un bajo perfil para mantenerse lejos del brazo de la justicia, comenzó a reorganizar a su banda y ahora sí, sonó la hora de su funestagloria.
Es posible que el vulgar ciudadano común que uno es no tenga manera de verificar in situ los procedimientos de la PTJ en este tipo de situaciones, pero lo cierto es que no hubo banco, joyería o bomba de gasolina asaltada que las autoridades no se lo atribuyeran al Rubén y su banda. Destacaba en su accionar y en el aspecto proporcionado por las víctimas y testigos de sus golpes el detalle de su armamento: parece que bastaba ver a aquellos tipos calzados con subametralladoras, fusiles de asalto y pistolones de alto calibre para que todo el mundo les entregara la cartera, las cajas registradoras, la cédula, la esposa, el dinero.

Chao suerte

Entre agosto de 1996 y finales de 1998, sin embargo, comenzó la debacle de Los Alcaravanes. Uno a uno y en diferentes lugares, siempre entre Valencia, Maracay y Caracas, fueron cayendo abatidos en enfrentamientos, diezmados por su propio método de entrompe y carnicería. Hasta marzo de este año había dos sobrevivientes de la banda. Uno, llamado David o Darío Vargas Lares –hay discrepancia en los registros– cumple condena en el retén de Tocuyito. El otro, Rubén Darío Medina Luna, todavía tenía gasolina existencial de sobra para dejar una nueva estela de sangre y malas noticias regadas en esas calles.
El 7 de enero de este año tuvo lugar uno de los pocos momentos en los cuales Medina Luna estuvo frente a frente con la policía. Ocurrió frente a la estación de servicio Piedra Azul, en La Trinidad, aquí en Caracas, cuando Medina fue sorprendido en un carro recién robado. Una comisión de la PTJ le dio la voz de alto y el hombre respondió en su mejor estilo, con sucesivas ráfagas de ametralladora que acabaron con la vida del subcomisario Jaime José Briceño (36 años) y del funcionario José Luis Rondón (26). Poco después se produjo el asalto a la joyería Damasco de La Victoria, con saldo a su favor de 40 millones de bolívares en joyas. En este punto del relato entra en escena el alcalde de la Colonia Tovar. Fue su último gran golpe, que se sepa.
Su ángel guardián decidió abandonarlo el pasado 5 de marzo. Una comisión de la PTJ lo siguió sigilosamente por las calles de Valencia hasta que decidieron abordarlo cerca de su residencia, en la urbanización El Parral. Iba en un vehículo Toyota Camry acompañado de otro hombre, cuando se percató de que lo seguían e intentó escapar. En un momento de la persecución decidió cambiar el procedimiento y enfrentó a tiros a los agentes, pero esta vez el marcador no le favoreció, y cayó muerto con varios disparos. Su compañero se dio a la fuga. Resulta muy simple este epílogo, pero no hay otro. A menos que uno quiera escarbar a fondo en el papel del alcalde Ramiro X, pero de esto se está ocupando la PTJ.
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Cuando la escribí para El Nacional, el 11 de abril del 99, le coloqué por título Un hombre muy duro con unos hierros enormes.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

las personas que aparecen en la primera parte de este escrito, fueron absueltas por el tribunal, ya que no tuvieron nada que ver en ese delito, el cual fue inventado por el comisario juan villamizar, quien fue jubilado sin honores de la policia judicial, por ser un hombre corrupto y creador de delitos a personas inocentes.

JRD dijo...

Supongo que el párrafo que usted cuestiona es el que dice: "Junto con Ramiro X fueron a parar a la cárcel el comandante de la policía municipal, Henry Perozo; Asdrúibal Martínez, José Carucí y Moisés Morón, todos funcionarios de la alcaldía". Pues bien, esas personas sí fueron a parar a la cárcel. Aquí no dice por ninguna parte que son culpables de nada, sólo que fueron encarcelados. Ese es un hecho incontrovertible. Usted sí está incurriendo en un delito de opinión, pues está acusando y señalando a una persona de apellido Villamizar y lo está haciendo bajo anonimato.

De todas maneras, si usted cree necesario aclarar o ampliar informaciones aparecidas aquí, puede escribir su versión o información en este mismo espacio. Sólo le pido que lo firme con su nombre y apellido. Lo que escriba aparecerá publicado automáticamente.

John Ozere Complize dijo...

¿Qué pasó anónimo?, ¿le cogiste miedo al compa? ¿arrugaste? Escribe tu versión y di lo que sabes del corrupto y creador de delitos que seguramente tú si conoces. ¿O es que tú también eres cómplice por omisión?

jaime venezuela dijo...

Atty chiamo yo recuerdo esa banda Eran brutales you era ptj enjoy Caracas cuando eso falta historiaalli jairo maximo tromping loco todos caidos

jaime venezuela dijo...

Atty chiamo yo recuerdo esa banda Eran brutales you era ptj enjoy Caracas cuando eso falta historiaalli jairo maximo tromping loco todos caidos